Woody Allen
“HE TENIDO SIEMPRE
UNA VIDA MUY IRREAL”
Por Suzy Hansen
De The New York Observer
Traducción de Mirta Rosenberg
La Nación, lunes 19 de diciembre de 2005
NUEVA YORK.– “Bergman dijo que lo peor sería morir en un día de sol”, comentó Woody Allen. Era el 1° de diciembre de 2005, su cumpleaños número 70. Cuando se despertó esa mañana vio que era un día despejado y él tenía 70 años.“Estoy morbosamente resignado”, dice, sin sonreír, meneando la cabeza. “Después de los 20 años, los cumpleaños dejan de ser divertidos. Uno empieza a angustiarse porque tiene 30, y después 40... Es otro cumpleaños que hay que superar. Más malas noticias.”
Pero últimamente no todas las noticias han sido malas para él. Pocos días antes, Allen había hablado en el Lincoln Center ante cientos de adoradores del Upper West Side, mientras los que se habían quedado sin entrada se apiñaban afuera en una suerte de reconstrucción de la década de 1970, cuando cada gesto de Woody causaba furor en Nueva York. Ahora los neoyorquinos se alineaban con ojos esperanzados, celebrando el estreno del nuevo film de Allen, aclamado en Cannes, y nominado para cuatro Golden Globes, incluyendo la nominación para mejor film, mejor director, mejor guión y mejor actriz de reparto para Scarlett Johansson, su nueva actriz fetiche, como lo fueron Diane Keaton y Mia Farrow. El film llegará a la Argentina el 9 de febrero próximo.
En principio, "Match Point" no se parece en nada a un film de Woody Allen: es más grande y más austero, escalofriante y trágico. Sus temas son los clásicos del director: clase, amor, infidelidad, carácter, productividad. Es ingenioso, pero no divertido. No resulta sorprendente que un hombre que empezó a trabajar a los 15 años escribiendo chistes, que tuvo éxito en muchas áreas de la industria del espectáculo y que ha creado 40 films, tenga la capacidad de reinventarse a los 70 años.
Sin embargo, la escena en el Lincoln Center no parecía un film de Woody Allen: un tropel de admiradores e intelectuales empujándose, farfullando trivialidades sobre el cine, buscando una pequeña dosis osmótica de woodydad.
En ese momento, resultaba asombroso retroceder en el tiempo, hasta la época de "Annie Hall" o "Manhattan" o "Hannah y sus hermanas", cuando el Nueva York de Woody era una realidad y todo el mundo vivía allí.
Para los neoyorquinos de cierta edad, él sigue siendo nuestro director, una importante fuerza orientadora, celebrado como una suerte de adolescente perpetuo. Representa la Nueva York del ingenio, las librerías, la infidelidad, los estudios de TV en vivo, los amigos falibles, las jóvenes ingenuas y bellas, los hombres listos e inquietos. Pero hubo en su vida nubes negras.
La última década ha sido otra era: Soon-Yi, hijos, Europa, "Ladrones de medio pelo", "La vida y todo lo demás". Luego, un retorno increíblemente exitoso: "¡Woody ha vuelto!", y todo por "Match Point", un film sombrío y violento, rodado en la húmeda Londres, protagonizado por Scarlett Johansson y Jonathan Rhys-Meyers. Otra vez en el candelero, pero con calma, sin la tensión de la ansiedad o la desesperación.
Sin embargo, el punto no es por qué el público lo abandonó -hasta Mickey Mouse, que no tuvo problemas personales, fue dejado de lado por el público, al igual que Chaplin, quien sí los tuvo-, sino por qué la gente anhelaba tan desesperadamente su retorno. Para el público, Allen no tiene edad, y resulta muy familiar físicamente: quieren que siga teniendo ese aspecto, como de 40 años y quedándose calvo, para sugerir cierta edad; libidinoso, para sugerir juventud; siempre igual, para sugerir permanencia.
La última comedia
Allen y la edad nunca encajaron bien. "La diferencia es que cuando uno es joven, sabe que puede morirse en cualquier momento, si algo no anda bien", dice Allen. "Pero cuando uno es mayor, sabe que aun cuando las cosas anden bien, uno va a morirse."
Woody dice que ha aceptado que no será otro Bergman. Pero quiere hacer films serios de ahora en más. "Ahora que soy grande, no sé cuánto tiempo tengo para hacer films durante el resto de mi vida", afirma, tras señalar que su próxima película, "Scoop", es una comedia ligera. Y agrega que tal vez haya sido su última comedia. "Trataré de no permitirme caprichos cómicos, sino que intentaré hacer algo más sólido. Me parece que será mejor que no aparezca en mis films, porque si actúo, eso obliga a que sea una comedia. No soy creíble en otro papel. Puedo hacer cosas mucho más interesantes si no tengo que pensar que estaré en la pantalla para hacer reír a la gente."
Las cosas que le interesan ahora son sus preocupaciones usuales: "El sinsentido de la vida, la falta de confianza en la humanidad, nada bueno, nada comercial". Demuestra la seguridad de un hombre que ya ha pasado por cosas mucho peores, sea o no pesimista acerca del futuro.
"Creo que probablemente lo mejor de mi vida fue conocer a Soon-Yi", dice. "Ha sido la mejor relación que he tenido en la vida. Dura, se mantiene intensa todo el tiempo, positiva, y tengo hijos... ¡aunque es posible pensar que lo peor está por venir!", se ríe. "Sería magnífico poder mantener las cosas así todo el tiempo."
Y agrega: "Pero el tema es que soy mucho mayor que ella, y tengo que cuidarme para mantenerme en buen estado. Lo primero que uno necesita es suerte, y yo la tengo. Pertenezco a una familia de longevos. Mi padre vivió casi hasta los 100 años y mi madre, hasta los 95. Y llevo una vida sana, me acuesto y me levanto temprano. Nunca fui un gran bebedor. No como basura. Me ayudo en todo lo posible".
Allen creció en Midwood, Brooklyn, hijo de padres de clase media. Su madre trabajaba en una florería y su padre fue camarero e imprentero. Allen era atlético, adoraba el béisbol y el cine. "Pero hubo cosas sombrías en mi infancia, o más bien cosas sombrías que tuve que enfrentar. Odiaba la escuela. Mi vida era muy de clase media baja, prosaica, poco interesante. Así que cuando iba al cine se me abría un mundo completamente distinto. Cuando uno vive en un departamentito raído, y en el verano hay 35 grados de calor, cuando entra en un cine con aire acondicionado y se sienta en esa atmósfera fresca, y de repente ve cómo Manhattan se materializa en la pantalla, aparece una nueva vida."
De modo que perpetuó su sueño en sus propios films, sueños en los que temporalmente puede vivir. "Mi concepción de Manhattan se basó estrictamente en los films de Hollywood, y el Manhattan que amé de niño era el que aparecía en la pantalla: los grandes nightclubs, los penthouses, la gente que se viste de esmoquin para cenar en su propia casa, el champagne que se descorcha, la gente que pasea románticamente por Central Park a las dos de la mañana. Todo eso venía de las películas de Hollywood. Así que la Nueva York y el Manhattan que le he dado al mundo en mis films ha sido el Manhattan que concebí a partir de los films."
Y acota: "Creo que nunca me recobré de eso. Porque me dediqué al cine y siempre viví una gran parte del año en un mundo irreal. Desde la mañana veo mujeres bellas y hombres apuestos, en el ambiente y con los trajes de 1920. Hago que las historias sean como yo quiero. Y por eso siempre he tenido una vida muy irreal". Y eso respalda su estilo de vida.
Habla al respecto con gran convicción: "Cuanto menos realidad, mejor. Hay demasiada realidad, que siempre nos encuentra... no hace falta ir a buscarla. Si uno está encerrado en la realidad todo el tiempo, se vuelve loco. Así que sólo queda el escapismo. La magia".
En 1979, Joan Didion escribió un artículo para The New York Times Review of Books titulado "Carta desde Manhattan", acerca de "Interiores", "Manhattan" y "Annie Hall". Didion no sentía ninguna simpatía por los nerviosos y autorreferentes personajes de las películas de Allen. Citaba al director de "Manhattan": "La gente de Manhattan se lo pasa creándose constantemente esos problemas neuróticos e innecesarios que les impide enfrentar los problemas más aterradores e irresolubles sobre el universo".
Pero Woody volvió al trabajo, que era su escudo. "«Match Point»" -declaró- "cumplió con su función: me distrajo de pensar en las peores partes de la realidad. Pude dedicar tiempo a problemas que tienen solución, como el funcionamiento de los personajes o la fluidez de las escenas y no tuve que enfrentar los problemas irresolubles. Son buenas distracciones para mí."
Joan Didion también sugirió en su artículo que toda la lista de "referencias" -de hecho, Didion atacó la famosa letanía al final de "Manhattan", cuando el personaje de Allen hace una lista de sus razones para vivir (Groucho Marx, Willie Mays, el "Potato Head Blues", de Louis Armstrong...)-, algo tan común en la cultura popular de hoy, era tan sólo "charla superficial para transmitir el mensaje de que uno sabe lo que hay que saber de literatura e historia, por no hablar del negocio del espectáculo".
Motivación para aprender
"No soy un intelectual", responde Allen. "Soy el tipo que se queda en casa con la cerveza para ver el partido por la tele. No estoy en la cama leyendo a Kierkegaard o Dostoievski".
Por un momento, todas esas mujeres atractivas de sus films que nunca parecen capaces de elegir una profesión, sino que siempre quieren "escribir", que se enamoran de Woody Allen porque es su maestro, parecen menos tontas
De hecho, al propio Allen no le resulta desconocido el complejo de inferioridad. "Siempre me atrajeron esas mujeres, cómo diríamos, de un aspecto no publicitario", dijo, refiriéndose a su etapa de adolescencia. "Todas sabían de poesía y de música clásica, y de ópera y de filosofía. Y yo era un iletrado, y no podía vérmelas con ellas. Por primera vez en mi vida, tuve una motivación genuina para instruirme".
En sus últimos films, Allen ha sido acusado de estar desconectado, encerrado en un departamento de Manhattan sin ningún sentido del mundo o de la época. El director afirma que le gusta su departamento y que le agrada permanecer allí. Agrega que no cree que Nueva York haya cambiado mucho, y que si lo hizo, a él le cuesta advertirlo: "No veo ningún cambio radical. La ciudad siempre ha estado evolucionando".
También nos dedicamos a un juego sobre el pasado y el presente.
¿Philip Roth? "Creo que es grande. Un gran escritor y también un gran escritor cómico."
¿Marilyn Monroe? "La descubrí hace muchos, muchos años, antes de que nadie la conociera. Yo era apenas un niño, y había una revista que tuvo corta vida, llamada Varsity, y en las últimas páginas, en una foto diminuta, había una chica en traje de baño, y me quedé congelado cuando la vi. Pensé «Dios mío, ésta es la más sexy de las que he visto». Yo tendría doce años, y a partir de ese momento seguí toda su carrera."
¿George W. Bush? "Se podría decir que es la peor presidencia de la historia de los Estados Unidos. No empecé siendo contrario a él; lo apoyé después del 11 de septiembre. Le decía a la gente que esperaba que hiciera un buen trabajo. Sin duda empezó bien, con simpatía y entusiasmo. Pero dejó caer al país brutalmente."
¿Bill Clinton? "Siempre me gustó Bill Clinton. Hice campaña por él antes de su primera elección presidencial, y siempre me pareció que el asunto Lewinsky era una prueba ridícula de la mojigatería de la gente, algo totalmente absurdo, y que él era muy inteligente y que seguramente hoy lo votaría todo el mundo."
Era su cumpleaños, y seguramente lo debe haber superado. Esa mañana había trabajado. Durante el resto del día, planeaba hacer una corrección de color de "Scoop". Dijo que después tal vez fuera a cenar a algún restaurante "razonable" del East Side; esperaba viajar a Europa en pocas semanas para tocar el clarinete. Una y otra vez repitió que estaba un poco deprimido y que lo consumía la idea de su propia mortalidad y el lamentable estado de la condición humana, de otros y la suya propia. "Siento haberla deprimido", dice Woody Allen. "Es por el cumpleaños."
El neoyorquino más célebre
Allen Stewart Konisberg -ése es su nombre real- nació en Brooklyn el 1° de diciembre de 1935.
Empezó escribiendo chistes para shows teatrales y televisivos. Intentó estudiar cine en la universidad, pero abandonó.
Sus 40 películas retratan con ironía los comportamientos de la clase burguesa neoyorquina, en clave de farsa, drama y comedia.
"Match Point", su última película, llegará a los cines argentinos el 9 de febrero próximo.
Nota final: En ese entonces, 1975, Match Point, era la última película. Con ese ritmo de trabajo tan frenético de trabajo, la última película de Woody Allen cambia cada año o a veces durante un mismo año. Por ahora, en el 2001, la última película de Woody Allen es Midnight es Paris.