Woody Allen y Penélope Cruz |
Entrevista con el director estadounidense
Woody Allen: cantando bajo la... ducha
Por: Ricardo Abdahllah, París / Especial para El Espectador
30 de junio de 2012
Días antes del estreno de ‘A Roma con amor’ el realizador neoyorquino habló con El Espectador de sus actores, sus películas recientes y no tanto y de por qué ve lejano el momento de la jubilación.
Estatua de Woody Allen en Oviedo, oon una admiradora |
La puerta se abre y Woody Allen entra en la habitación sosteniendo con las dos manos una bolsita de caramelos. Su asistente comenta discretamente: “Escucha bien, pero háblele despacio y duro”. Es por eso que, a pesar de que al sentarse Allen hunde la cabeza en sus hombros, como para hacerse más pequeño, luego estira el cuello para escuchar mejor las preguntas. Aún lleva los pantalones caqui de toda la vida y todavía tartamudea un poco en sus respuestas. Sabe que, como desde hace casi 50 años, cuando subió por primera vez al escenario del club Bitter End, en Nueva York, a cada frase que dice la sigue una risa de quien lo escucha. Y sin embargo, él insiste: “No soy tan neurótico como me veo, al contrario, hago una película por año y para eso necesito disciplina y organización. Si fuera así de temeroso e inseguro, no podría seguir a ese ritmo tan exigente”.
Desde ‘Scoop’, hace seis años, no lo veíamos como actor.
Soy feliz actuando, podría actuar en todas mis películas. O en ninguna. Cuando era joven era más fácil porque escribía para mí el papel principal. Ahora que estoy viejo, me toca hacer de papá. Así que si la película no tiene padre o un portero viejito, pues nada, no actúo.
Uno no se imagina que algún gran actor le diga que no.
No crea, me dicen mucho que no y por muchas razones. La gente está ocupada, tiene planes y contratos para varios años y no van a dejarlos de lado para venir a trabajar conmigo cuando los contacto para una película que se va a hacer dentro de dos meses. Otras veces el guión no les gusta o yo les parezco pasado de moda o no me quieren o simplemente tienen la honestidad de decir que, aunque yo lo crea así, ellos no creen ser la persona adecuada. A Sean Penn lo había querido tener tres veces antes de que por fin pudiéramos hacer Dulce y melancólico.
¿Cómo logró convencer a Roberto Benigni?
Benigni y yo no nos habíamos tratado mucho, pero yo sabía que nos gustábamos; él es fan de lo que yo he hecho, yo soy un fan de su trabajo. En mi guión, Leopoldo es un italiano común y corriente que de un momento a otro se vuelve famoso sin que nadie, ni siquiera yo, que lo escribí, sepa por qué. Benigni era quien mejor podía hacerlo. Pero es cierto, hace varios años ha estado haciendo teatro con su proyecto monumental de “contar” la Divina Comedia. Le envié el guión sin mucha esperanza.
Pero también los actores lo buscan. Para ‘Vicky, Cristina, Barcelona’, fue Penélope Cruz quien lo llamó.
Todavía me acuerdo de la llamada, de la voz de Penélope diciendo: “Sé que vas a hacer una película en Barcelona y yo quiero participar”. Yo, que la admiro desde que la veía en las películas de Almodóvar, estaba tan contento que escribí un personaje para ella. Casi cuatro años después, recibo otra llamada: “¿Hola? Es Penélope. Sé que vas a hacer una película en Roma. Yo hablo italiano perfecto”. Penélope es un regalo del cielo. Uno como artista no puede limitarse a lo técnico, debe decir algo, y Penélope nos dice algo. Si me llama mañana y me dice que quiere estar en la próxima película, me pongo a escribir su papel de inmediato.
Como en Almodóvar, las mujeres juegan un papel fundamental en sus historias...
Al principio hice muchas películas desde el punto de vista del hombre. Ni siquiera del hombre, sino del macho chistoso. Cuando conocí a Diane Keaton pude ver muchas cosas a través de sus ojos y empecé a escribir desde la perspectiva femenina, que con el tiempo me pareció mucho más interesante que la de los hombres.
Phyllis (Judy Davis), la esposa de su personaje, le insiste mucho en que asuma que ya es la hora de retirarse. ¿No tiene ganas de dejar de hacer películas?
Tengo amigos que han decidido retirarse. Van a pescar, juegan con sus nietos, viajan y no se pierden un partido de béisbol. Yo no podría. Me levanto, llevo a mis hijos al colegio, vuelvo a la casa y me pongo a trabajar. Y me gusta. Nunca lo he visto como una carga ni me pongo a pensar “Cuándo llegará el día en que pueda pensionarme”. Claro que ya no escucho tan bien, y si no puedo escuchar más va a ser difícil dirigir, y si no puedo dirigir para qué escribir más. También puede pasar que me dé un infarto o algo en el cerebro o que dejen de financiar mis películas, y entonces me veré obligado a retirarme. Por ahora, hacer películas sigue siendo una manera muy agradable de pasar el tiempo.
¿Entonces sigue teniendo problemas para lograr financiar sus películas?
Siempre he tenido problemas, y eso que gasto poquito. Una película promedio en Hollywood tiene un presupuesto de US$50 millones. Yo me gasto 17, viajes incluidos. Cuando una película cuesta así de poquito es muy complicado que ellos pierdan dinero, porque después la venden a la televisión y luego sale el DVD. Así que siempre recuperan lo invertido, pero ni siquiera por eso es fácil, porque quieren ganar más y más y para eso quieren imponerte condiciones, tener derecho a opinar sobre el guión. Esa es la razón por la que filmé luego en París y Roma. Porque ellos me financiaban.
Desde su segunda película ha sido radical en su posición de no ceder el control sobre lo que está filmando. Si se distanció de Estados Unidos por eso, ¿no teme que el hecho de ser financiado por las ciudades le haga perder algo de su independencia?
Las cosas las dejamos claras desde el principio. Ellos ponen el dinero y no tienen derecho a decir nada. Ni a ver el guión, ni a sugerir actores o locaciones. No tengo otra obligación que la de entregarles seis meses después la película terminada.
Sin embargo, le han criticado una visión idealista de las ciudades. Una postal...
Es que así es como yo las veo. Me gustan las grandes ciudades y cuando viajo y las recorro termino por enamorarme de ellas. No tiene nada que ver con el turismo. Mire que cuando hice Manhattan la gente venía a decirme que esa Nueva York no era realista, que no había todo ese brillo. Mi visión de las ciudades es muy romántica porque las amo.
¿Esta es una historia romana?
Roma es una ciudad maravillosa en la que he estado muchas veces, es una ciudad en la que podría vivir muy feliz por un par de meses, así que acepté la propuesta y me puse a pensar qué podría contar en Roma. Cuando pienso en Roma pienso en la emoción de la ciudad, el sol, el tráfico, los sonidos. Uno camina entre los carros y se pierde fácilmente. Los romanos son ruidosos, abiertos, aman el fútbol y la política y están orgullosos de su música y su arquitectura. De ahí nació la idea de tener muchas historias, muchos personajes.
Sus giras como clarinetista han sido muy exitosas.
La gente viene a verme porque soy famoso con mis películas, pero no soy un gran músico.
¿Ni siquiera cantando en la ducha?
Cuando me baño canto muchísimo y creo que en la ducha sueno bastante bien. Tengo explicaciones al respecto. La primera es que las baldosas tienen alguna propiedad acústica particular. La segunda es que como te está cayendo el agua en la cabeza ni siquiera puedes escucharte. También pueden ser los iones positivos del agua; lo digo porque a veces en la ducha se me ocurren ideas.
¿La ducha le sirve para desbloquearse?
Es una de las actividades más importantes de mi vida. A veces, cuando estoy escribiendo, me quedo sin saber para dónde voy. Entonces hay dos cosas que puedo hacer. La primera es salir a caminar, ver la gente, y algo llega. La segunda es tomar una ducha.
Más de la entrevista a Woody Allen
Siempre ha dicho que no es el Woody Allen de las películas, pero hablemos de él. ¿Cree que ese personaje neurótico y temeroso ya es un clásico?
Hago lo que soy capaz de hacer. No tengo el talento y la versatilidad de Jesse Eisemberg o Dustin Hoffman. Así que me escribo personajes para el único papel que sé hacer. Y lo he hecho tantas veces en todos estos años, que a lo mejor se ha vuelto un clásico, no por extraordinario sino por repetitivo.
¿Escribe en la Olivetti de siempre?
Todavía. Y cuando hago “copiar y pegar” lo hago literalmente, con unas tijeras y ganchos de cosedora. Así voy acumulando cosas en el cajón de mi mesa de noche.
¿Qué ha salido de ese cajón para 2013?
No puedo todavía decir mucho, excepto que filmaremos un poquitico en Nueva York y el resto en San Francisco, que además de Alec Baldwin estará Cate Blanchet y que será una película seria.
Woody Allen en sus propias palabras
"Cuando conocí a Diane Keaton pude ver muchas cosas a través de sus ojos y empecé a escribir desde la perspectiva femenina”.
"Me gustan las grandes ciudades, y cuando viajo y las recorro termino por enamorarme de ellas”.
"Cuando me baño canto muchísimo y creo que en la ducha sueno bastante bien”.
"Penélope es un regalo del cielo. Uno como artista no puede limitarse a lo técnico, debe decir algo, y Penélope nos dice algo”.
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