El culebrón sin fin de los Murdoch
Ocho meses después de su divorcio, la exmujer del magnate afronta acusaciones de violencia y de infidelidades con Blair y uno de los fundadores de Google
BARBARA CELIS Londres 9 FEB 2014 - 18:05 CET
“¡The New York Times dice que soy uno de los solteros más codiciados! ¡Ojalá tuviera cuarenta años menos!”. A Rupert Murdoch nunca le ha faltado sentido del humor. A sus 82 años volvía a ponerse oficialmente en el mercado con esta exclamación vía Twitter el pasado 14 de diciembre. Su sonado divorcio con Wendi Deng, anunciado en junio, se había cerrado definitivamente en noviembre y Murdoch parecía así dejar claro que está abierto a nuevas aventuras.
Aunque oficialmente se divorciaron por “diferencias irreconciliables”, desde hace meses corrían rumores sobre las infidelidades de Wendi, y en concreto sobre su supuesta relación con el ex primer ministro británico Tony Blair, íntimo amigo de Murdoch. Ahora la revista Vanity Fair añade más leña al fuego con un reportaje en el que Deng sale muy mal parada. Empleados que trabajaron para la pareja la acusan de ejercer violencia física contra su exmarido. Apoyándose en declaraciones de los empleados y de varios amigos sin identificar dan detalles sobre su relación con Blair y aportan una pieza clave: una nota escrita por ella a sí misma en la que confiesa echarle terriblemente de menos y expresa su admiración por distintas partes de su físico. Pero aquí no acaba la cosa. En la nota también habla de Eric Schmidt, uno de los fundadores de Google, con el que supuestamente habría tenido otroaffaire y en el mismo tono en el que suspira por Blair, Deng afirma: “No me voy a sentir triste por perder a Eric. Además es muy feo. Nada atractivo… y está gordo. No tiene estilo y siempre trata de vestirse con ropa de hipster. Estoy tan contenta de no estar con él”.
La venganza es un plato que se sirve frío y no es arriesgado que muchos observadores de esta historia piensen que el contenido de esa nota ha llegado a manos de Vanity Fair precisamente vía Murdoch. Al fin y al cabo es el jefe de un imperio mediático que en parte le debe su fortuna a los tabloides, que solía manejar como un lince la información rosa y que además es conocido en los negocios por saber atacar a sus adversarios por sorpresa: el divorcio lo solicitó en un juzgado sin avisar previamente a Deng.
Pero ¿cómo son sus vidas desde que rompieron? Murdoch pasa cada vez más tiempo en la mansión de 28 millones de dólares que compró hace un año en Los Angeles, y que incluye una bodega e históricos viñedos. Desde allí continúa moviendo los hilos de un imperio que precisamente en junio, a la vez que anunciaba su divorcio, dividía en dos. News Corporation, que hasta ahora incluía todas las propiedades mediáticas del magnate, ahora es el nombre del conglomerado dedicado a la prensa escrita, la que más ha sufrido con el escándalo de las escuchas ilegales, por el que varios de sus empleados están siendo procesados en Londres. 21st Century Fox, que agrupa a sus empresas audiovisuales, cotiza ahora de forma independiente, —y con mucha más fuerza que News Corp—. Además, Murdoch maquina contra sus enemigos. Recientemente se supo que impuso a los organizadores de la conferencia Allen & Co, que reunió en verano a la élite mediática y tecnológica del mundo en Sun Valley, que prohibieran asistir a Tony Blair.
Tampoco Deng asistió aunque seguro que le dolió no hacerlo. Cuando Murdoch adquirió la web Myspace en 2005, a Deng le picó el gusanillo digital. Con un master en negocios por la Universidad de Yale, se convirtió en la gurú de nuevas tecnologías de News Corp, aunque sin ocupar ningún cargo concreto. Comenzó a viajar con asiduidad a Silicon Valley, a codearse con su élite y hasta montó una web, Art.co.uk, que se dedica a la venta de arte online. Durante años había ayudado a la expansión de los negocios de su marido en China pero, tras un parón por maternidad—tienen dos hijas—, quiso volver a la acción. Sus ambiciones se diversificaron: por un lado el mundo punto.com y por otro Hollywood. En 2011 estrenó su primera película como productora, Snow flower and the secret fun. Y ahora tras el divorcio, instalada en el tríplex que antes compartía con Murdoch en la Quinta Avenida de Nueva York, sus allegados aseguran que quiere concentrarse en Internet, financiando empresas que algún día podrían convertirse en el Facebook del futuro.
A Murdoch sus aventuras en el mundo digital no le salieron bien. Myspace fue adquirido por más de 500 millones de dólares y vendido por 35 cuatro años después. Y el periódico para iPad The Daily fue un sonado fracaso. Si Deng hiciera bingo como ángel invesor —del divorcio ha sacado 14 millones de dólares— podría restregárselo en la cara a su ex. Pero esa historia aún no se ha escrito.
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