Thursday, July 11, 2013

Mohamed Chukri / Pesadillas de Tánger


LITERATURA | Mohamed Chukri

Pesadillas de Tánger

Los Bowles, Truman Capote y Sanz Soto, en Tánger. | Pepe Carletón
Los Bowles, Truman Capote y Sanz Soto, en Tánger. | Pepe Carletón
Mokamed Chukri
PESADILLAS DE TÁNGER
  • El libro es la crónica negra de la 'belle èpoque' marroquí.
  • Juan Goytisolo presenta la reedición de 'Paul Bowles, el recluso de Tánger'
Mohamed Chukri conoció bien las entrañas sucias de Tánger. Las recorrió, se manchó con ellas, quedó enredado en sus laberintos traicioneros. Sin embargo, consiguió llegar como nadie hasta el alma de esta ciudad. Fue analfabeto hasta los 20 años, vivió la violencia en su familia, vagó entre delincuentes y miseria, pero la literatura logró salvarlo. Luego se convirtió en amigo de los escritores que crearon el sueño idealizado de Tánger: Paul Bowles, William Burroughs, Allen Ginsberg o Truman Capote. En cierto modo, su libro 'Paul Bowles, el recluso de Tánger' es un ajuste de cuentas -entre íntimo, fascinado y crítico- con ese Tánger mítico creado desde la mirada del extranjero. Él quiso aportar la mirada de quien se había criado en la realidad de sus charcos y sus casas heridas.
La editorial Cabaret Voltaire acaba de publicar este libro con el que se inicia el rescate en castellano de la obra de Mohamed Chukri (Beni Chiker en el Rif, 1935-Rabat, 2003). Y este sábado se presentará la obra en el mismo Tánger que aparece recreado en este libro de memorias. Será Juan Goytisolo el encargado de presentar la obra en la legendaria librería des Colonnes, en el 54 del Boulevar Pasteur, junto a la traductora Rajae Boumediane El Metni.
"Qué absurdo. Nada me parece más absurdo que esa nostalgia exagerada por el Tánger de antes y ese suspirar por su pasado como zona internacional". Así comienza Chukri una jugosa obra en la que el lector se convierte en espectador privilegiado de las vivencias tangerinas de Bowles y su esposa Jane -sin que falten episodios sobre esta extraña e inquietante relación-, de William Burroughs, Allen Ginsberg, Truman Capote y de Jack Kerouac.
Mohamed Chukri.
Mohamed Chukri.
Juan Goytisolo conoció a Chukri y juntos coincidían en el bar del Ritz, en El Dorado o en la terraza del café Roxy. "En los altillos se amadrigó durante largo tiempo antes de trasladarse a un pisito modesto en un edificio también cercano al Liceo Regnault", explica el escritor español afincado en Marruecos.
La biografía de Chukri tiene algo de salvaje y mucho de redención. Su literatura esta nutrida de realidad y nada procede de la impostura. El haber sobrevivido en condiciones de miseria en las calles de Tánger y después convertirse en un escritor respetado que compartía confidencias con autores reconocidos convierte su obra en un documento revelador, sincero y sorprendente.
Chukri nació en una familia pobre y sufrió la violencia cruel de su padre que incluso llegó a matar a uno de sus hermanos en un arrebato de ira. Conoció el mundo de la delincuencia, de la droga, de la prostitución. "En mi vida me he enfrentado a tres desafíos: aprender a leer y a escribir, salir de esa clase social denigrada y, por último, sublimar mi vida a través de la escritura", escribió.
En 'Paul Bowles, el recluso de Tánger', Chukri desvela escenas íntimas del entorno de Bowles. Estas memorias se continuaron con el volumen 'Jean Genet y Tennesee Williams en Tánger', que también publicará próximamente Cabaret Voltaire además de otras de sus obras como 'El pan desnudo'; 'Tiempo de errores'; 'Rostros, amores, maldiciones' y 'Cuentos'.
Consciente de que en la obra ahora rescatada exponía duros juicios contra el escritor norteamericano, Chukri aseguró que "con mi libro sobre Paul Bowles he matado a mi segundo padre".
Es evidente que en esta obra aparece el contraste de dos Tánger. "Bowles y Chukri -unidos por su pasión común por la literatura- encarnaban dos mundos opuestos: el del Tánger mitificado por sus visitantes y el del Tánger real. El del ensueño y la libertad, y el de las amargas cicatrices de la vida", apunta Goytisolo.
"El Tánger que Bowles y sus compatriotas evocaban era el del paraíso perdido, el del mito creado por ellos y para ellos, no para quienes, como Chukri, habían crecido y vivido en la miseria", explica.



Tánger


Bowles, el recluso de Tánger

Por Mohamed Chukri

Trd. de El Metni. Cabaret Voltaire, 2012. 324 pp., 19 e.

    Luis Antonio DE VILLENA | Publicado el 30/11/2012 |  
Mohamed Chukri (Nador, 1935-Rabat, 2003) fue un personaje más que curioso que escribió en árabe, pese a que por haber nacido en El Rif hablaba español y francés. Bohemio y un tanto escritor maldito del mundo islámico, Chukri -se lo veía bebiendo en los bares de Tánger muchas noches-mezclaba muy bien las dos tradiciones en que se formó, la islámica y la occidental, aprendida en el mítico Tánger Internacional, que es el tema de fondo, en más de un modo, de este libro de recuerdos y de reflexiones de Chukri sobre Paul Bowles (el último mito de esa perdida ciudad internacional, en la que murió) aunque también dedique un buen espacio al carácter, anécdotas y maldiciones que acompañaron la vida, a la postre trágica, de la mujer de Paul, Jane Bowles que (a quienes la conocieron) no sólo les parecía también una gran escritora, sino mucho más sugestiva que el siempre un tanto frígido Paul...


Jane Bowles

En principio hay una crítica a ese mundo similar a la que hace Juan Goytisolo:El brillo de Genet, de Borroughs, de los Bowles, de Tennessee Williams, de Ginsberg o de Capote -entre muchos más- ocultaba al pueblo marroquí, colonizado y empobrecido y que (según esta teoría) interesaba poco a los glamurosos visitantes... Es difícil decir que no les interesaba el mundo marroquí, cuando Bowles (desde 1949) se quedó allí prácticamente toda su vida. Recogió el folklore musical marroquí que podría haberse perdido y procuró transmitir los relatos orales (tan árabes) de sus amigos Mrabet o Charhadi. Lo que sólo se insinúa -y el caso de Bowles no fue el más típico- es que el interés de los visitantes por el mundo marroquí se limitaba a cierto exotismo que les gustaba y a la facilidad del turismo sexual masculino que allí encontraban. El Islam lo prohibía pero, en aquellos tiempos más tolerantes, se hacía la vista gorda. Es natural, hasta cierto punto, que en el ameno libro de Chukri, no falto de alguna acidez, se mueve entre dos aguas: la fascinación y el desdén. La atracción por ese Bowles que al final hizo de Tánger su castillo aunque no lo amara (no es tan seguro) y el desdén por aquel mundo refulgente -en el que también estaba Jane y la mora Cherifa- que quería el “color local” y el sexo, pero nunca el fondo de la cultura marroquí. Tampoco a Paul parece aplicable por entero este desinterés (que Chukri argumenta) pero sí desde luego a escritores como Capote, Williams o el mismo Burroughs, que buscaron la permisividad de la ciudad con la droga y con la homosexualidad masculina. Les interesaron los chicos marroquíes más que la cultura de Marruecos. Pero ¿también a Bowles? ¿O lo compaginó con cierta rara sabiduría que su frialdad ocultaba? Es verdad que Chukri es ambivalente con Bowles, rechaza al icono de la vieja sociedad internacional, al que adoraba, y salva al escritor y al hombre que estimó sin entenderlo. Quizá ninguno entendió por entero al otro, aunque hubiera tanta cercanía. Bowles viene a ser la rica contradicción del Tánger internacional, una suerte de país que nunca existió, un lugar en Marruecos que no era del todo Marruecos, pero tampoco España ni Francia ni Londres ni Nueva York... Luz y sombra: fulgor. 

http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/31905/Bowles_el_recluso_de_Tanger




Y Chukri desenmascaró el Tánger mítico de Bowles

Aparece en español la ácida crítica del escritor marroquí al autor de ‘El cielo protector’



Paul Bowles, en su casa de Tánger en enero de 1989. / BERNARDO PÉREZ
“Cualquiera puede pasar aquí unas semanas y escribir un librito”. El escritor Mohamed Chukri (Beni Chiker, 1935-Rabat, 2003), autor de la frase, lamentaba la superficialidad con la que algunos literatos abordaron el retrato de Tánger. Y lo que es más grave: “El odio, el racismo y el desprecio con que se trata al humilde pueblo”. Las reflexiones forman parte de Paul Bowles, el recluso de Tánger,recuerdos recogidos en 1996 y que publica en español Cabaret Voltaire.
Virginia Woolf, Capote, Ginsberg, Kerouac, Gore Vidal, Tennessee Williams o Paul y Jane Bowles fueron algunos de los ilustres que hicieron parada y escribieron sobre el cuadrilátero vital de Chukri. “Defiendo mi clase, a los marginados y ejerzo mi venganza contra una época determinada, humillante y miserable”, se justificó una vez el autor de El pan desnudo, una de las autobiografías más crudas, por lo sincera, que se conocen.
La extraña pareja formada por los Bowles, instalada en la ciudad desde 1947, es el epicentro de un universo literario que Chukri retrata con ácida sinceridad. Al primero le conoce muy bien tras 25 años de trato. A él le dicta por las tardes, frase por frase, en español, las páginas que escribía por las mañanas de su autobiografía, entonces titulada Por un trozo de pan, y que Bowles traducía al inglés. Será un foco de tensión entre ambos.
Con descarnada naturalidad retrata al personaje, consumidor de kif para escribir, pero que en la calle solo fuma cigarrillos. Homosexual de discreción proverbial, “acordó con Jane no ocultarse nada”. Chukri lo trata de elitista y racista (“Le gustaba Marruecos, pero no los marroquíes”) y concluye que necesita aislarse del mundo.

'Memorias de un nómada' es, en su opinión, “una sucesión de monótonos y aburridos interludios para pagar los gastos de hospitalización de Jane”
Aún es más sagaz Chukri cuando disecciona la vida literaria de Bowles y la coteja con la real. Critica una de sus obras clásicas (Memorias de un nómada es, en su opinión, “una sucesión de monótonos y aburridos interludios para pagar los gastos de hospitalización de Jane”) y se fija en que el sexo es la causa de las desgracias de sus protagonistas: “La sexualidad siempre va ligada al crimen o al desenfreno. Paul Bowles es un criminal sexual en potencia”. Unos personajes, en consecuencia, “destinados a la autodestrucción o a un doloroso final”, en el contexto de una obra que “envejeció mucho” con la enfermedad de Jane, que hizo que Bowles se volcara en las traducciones de autores árabes, concediendo entrevistas o iniciando el diario personal…
Ese esquivar la ficción de Paul molestaba a una Jane que, señala Chukri, no podía reprochar gran cosa a su marido: “Lo que le faltaba a ella no eran aptitudes sino perseverancia”. Amargada por la indiferencia o inquina con que se recibió su Dos damas muy serias (Anaïs Nin se le presentó con una lista inmensa de errores ortográficos), Jane se ahogó no tanto en alcohol como en su ambición, que no cuajó. A partir de los 50 se alejó de la escritura. Eso reforzó su componente autodestructivo canalizado, en parte, con aventuras homosexuales intensas y pasajeras. Paul desviaba fobias hacia sus personajes; ella, hacia sí misma.
El libro disgustó sobremanera a Bowles, según Miguel Lázaro, editor de Cabaret Voltaire. Pero menos que a Jean Genet ver publicadas las confidencias que le había hecho a Chukri en otro inédito en castellano que costó la amistad entre ambos. La editorial lo publicará en la primavera de 2013, añadiendo al volumen un opúsculo, también de Chukri, sobre Tennessee Williams en el volumen Jean Genet y Tennessee Williams en Tánger.
La recuperación de su obra es fruto del acercamiento de Lázaro y de la traductora Rajae Boumediane El Metni al hermano de Chukri, Abdelaziz. El escritor no dejó testamento formal,pero el heredero guarda en un garaje, no en las mejores condiciones, su biblioteca personal y otros legados. Mientras, Cabaret Voltaire recuperará Rostros, amores, maldiciones y Tiempo de errores (sobre su sacrificio para aprender a leer). Y en octubre se atreve con su famosísima El pan desnudo, que se titulará El pan, por imposición de Juan Goytisolo, autor del prólogo del libro sobre Bowles y conocedor, como pocos, de esos paraísos del norte de África.


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