GAY TALESE, A QUEMARROPA
El maestro de periodistas visitó España
En los últimos meses se está llevando a cabo la recuperación para el gran público de las obras fundamentales del que actualmente quizá sea el periodista con más galones de la profesión en todo el mundo. Un acierto porque el sitio favorito de Talese no son las universidades ni las bibliotecas, sino la calle.
Por ANTONIO G. ITURBE
Talese ha estado estos días en España y ha sido recibido por los periodistas como una estrella. O como un maestro. Pocas veces se ha visto a tantos periodistas correr a que les dedicase alguien un libro como fans entregados. En Barcelona, la Asociación de Periodistas Culturales de Catalunya, en colaboración con la editorial Alfaguara, le organizó un encuentro que abarrotó la Sala de prensa del Col.legi de Periodistes. Talese no defraudó. Apareció con su traje de mil rayas, camisa con gemelos, chaleco y sombrero, como el dandi que es. Después explicó que la indumentaria no es algo baladí: “Somos periodistas, vamos en busca de la verdad, hacemos un trabajo importante. Tenemos que respetar el ceremonial de las cosas importantes. Hay quien pensará, viéndome vestir así, que soy un viejo loco, pero yo para trabajar de periodista me visto como si fuera a una boda o tuviera mi primera cita con una chica bonita”.
La verdad no está en primera página
Talese explicó cómo, en los años 1960, junto a Norman Mailer o Truman Capote cambiaron la manera de enfocar la información: las noticias se convirtieron en historias. Él, cuando trabajaba para el New York Times, nunca quiso escribir para la página uno: “Ésa es la página de las celebridades, de los políticos, de los economistas. A mí me interesan las páginas interiores, porque me interesan las cosas que le importan a la gente. Los economistas hablan de números pero a mí lo que me atrae son las personas”. Por eso, Talese cuenta que, cuando fue a escribir sobre un combate de boxeo entre dos grandes figuras, con quien se detuvo a hablar fue con el modesto señor que toca la campana entre asalto y asalto, porque él es el que estaba allí cuando los boxeadores llegaron antes de vestirse de corto, el que ha presenciado docenas de éxitos y de derrotas, el que se queda allí cuando se marcha el público y se apagan las luces.
Talese es historia viva del periodismo, a sus 80 años sigue en la brecha. Ha estado varios meses siguiendo los pasos a través de varios países de la cantante de ópera rusa Marina Poplavskaya con el objetivo de escribir un artículo para el New Yorker. Él sigue utilizando su método de siempre: acercarse al personaje para absorber lo que de él emana, compartir no sólo el momento luminoso del escenario sino también la penumbra de la trastienda. Es absolutamente reacio a las nuevas tecnologías, aunque hay que decir que lo fue siempre, desde sus inicios en el oficio, hace cincuenta años. No sólo rechaza el periodismo vía Google, sino que hace ya años que nunca utiliza grabadora en las entrevistas: “Lo que está en la grabadora puede ser verdad, pero también puede ser trivial. La verdad puede no estar en las palabras sino en cómo las dice, en lo que sus ojos contradicen, en el nerviosismo de sus gestos, en sus silencios…”. Y respecto a los ordenadores también es crítico: “Corres el riesgo de ver el mundo con el tamaño de la pantalla de un portátil, a 25×50 centímetros. La realidad es mucho más amplia que eso”.
La suya es una manera de ver el periodismo como algo más que información empaquetada, de dignificar el oficio convirtiendo cada información en una historia escrita con toda la artillería de un escritor. Mientras Talese siga en la brecha, el gran periodismo no morirá.
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