1. José Emilio Pacheco (México DF, 1939), poeta, narrador, periodista cultural, traductor, antologador, dramaturgo ocasional, es, sobre todo un poeta. Eso quiere indicar la pasión por la metáfora, la concentración en unas cuantas líneas de un relato casi siempre pesaroso, el gusto por los relatos inesperados, el despliegue del poder de síntesis, el ejercicio múltiple de la metáfora, el juego de analogías como espejos de la devastación, la alabanza jubilosa del paisaje. En poesía, ajusta sus dones melancólicos, su pesimismo que es resistencia al autoengaño, su fijación del sitio de la crueldad en el mundo, su poderío aforístico, su amor por el sonido del idioma, la incesante declaración de principio:
A quien pueda interesar
Que otros hagan aún
el gran poema
los libros unitarios
las rotundas obras
que sean espejo
de armonía
A mí sólo me importa
el testimonio
del momento que pasa
las palabras
que dicta en su fluir
el tiempo en vuelo.
La poesía que busco
es como un diario
en donde no hay proyecto ni medida.
En la lírica de Pacheco tienen sitio primordial la naturaleza, las erosiones del tiempo, la insignificancia que bien observada revela su grandeza, el aceptar que ni siquiera los muertos permanecen, la tragedia como la continuidad lógica del melodrama de todos los días, las moralejas en busca de fábulas, la historia como equivalente caprichoso del cambio climático. Para él la poesía puede ser también el comentario abrupto que nulifica la confesión, el epitafio que se burla de la proclamación de la grandeza. De alguna manera influido por el Antiguo Testamento, Pacheco no duda: lo que le importa es el diálogo entre autores y lectores, la actitud democrática del yo poético. Ésa es la sustancia del texto que más lectores y memorizadores le ha conseguido en México, Alta traición:
Alta traición
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.
2. Pacheco es un periodista cultural, un ensayista y un antologador extraordinario. Su Antología del Modernismo (1969) sigue siendo un modelo de criterio exigente, erudición y fijación de un canon. Tan debatible como es y puede ser la idea del canon, el aportado por Pacheco durante cincuenta años es uno de los más flexibles, lúcidos y generosos.
3. En Las batallas en el desierto, Morirás lejos y El principio del placer muy destacadamente, Pacheco despliega sus facultades de narrador.Morirás lejos, que ha rescrito dos veces, es una reflexión sobre el Holocausto y sobre la manera en que la historia trabaja sus metamorfosis incluso en un parque donde un viejo medita su culpa, yLas batallas en el desierto es el relato de una adolescencia en la ciudad de México, que se ha vuelto un modelo de manejo de la nostalgia. Si no se evoca con método se renuncia al pasado.
El Cervantes concedido a Pacheco reconoce una escritura excepcional.
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