Monday, December 30, 2013

Fernando Quiroz / Maqroll y compañía

Alvaro Mutis
Ilustración de Triunfo Arciniegas sobre foto ajena
Maqroll & Cía.

Por Fernando Quiroz
El Tiempo, 30 de diciembre de 2013



En la lista de esos momentos de alto voltaje que nos entregó la cultura este año, ninguno tan conmovedor como la despedida del hombre que le dio vida a Maqroll el Gaviero.

En medio de los preparativos de fiesta, de los aromas tentadores que llegan desde la cocina, del regocijo por el reencuentro con tantos amigos y familiares, es casi inevitable emprender balances a estas alturas. Pensar en lo que más nos emocionó en el año que agoniza. Volver a repasar párrafos e imágenes que nos tocaron el corazón.
Y ahí, en la lista caprichosa de esos momentos de alto voltaje que nos entregó la cultura, ninguno tan conmovedor como la despedida de este mundo del hombre que le dio vida a Maqroll el Gaviero.
No sé en qué momento comienza la inmortalidad, ese hermoso privilegio de los grandes creadores. La de Álvaro Mutis había comenzado tal vez cuando recibió el premio Cervantes, el más grande de los galardones de la lengua española. O antes quizás: cuando descubrió que una buena tacada de billar se parece mucho a la construcción de un buen verso.
En todo caso, su muerte, ocurrida este año, sirvió de disculpa para que muchos, en buena hora, se acercaran a quien le rindió tan hermoso tributo a la tierra caliente con su profunda y entretenida obra.
Conmovedora. Tal vez sea esa la palabra para calificar la retrospectiva de Carlos Jacanamijoy: una de las muestras más bellas que ha colgado el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Bautizada con gran acierto Magia, memoria y color, la exposición confirmó el talento de un artista que conmueve con la fuerza de su obra y posicionó al creador del Putumayo como uno de los más grandes pintores que ha dado este país.
Más allá de los cantantes taquillerísimos que se atrevieron por fin a hacer presencia en Colombia, disfruté como pocas veces con el concierto que ofreció la andaluza Martirio en honor a Chavela Vargas. Su sentida voz se sumó a la magia de la guitarra de su hijo, Raúl Rodríguez, en la tarima del Jorge Eliécer Gaitán.
“Lo bueno de caminar es lo que se consigue en el camino”. Esta máxima de la comunidad nukak-makú es el epígrafe de un hermoso libro que me sorprendió gratamente a finales de este año –una afortunada combinación de realidad y ficción– en torno a esos indígenas que alguna vez fueron amos y señores del departamento del Guaviare y que hoy están a punto de extinguirse. Se llama ‘Gente que camina’ y su autora es Mariela Zuluaga.
A punto de pasar la página del 2013, les deseo un nuevo año lleno de buenos momentos por cuenta de la cultura.



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